Un cuento de amor gatuno

 En lo personal disfruto mucho leer con música y está canción me encanta para mover las emociones.

Este era un hombre que gustaba de vivir solo, su casa era el lugar más pulcro y ordenado que cualquiera pudiera conocer. Todo estaba perfectamente acomodado en su lugar, nada podía perderse en tan encantadora casa. Sus visitas se regocijaban ante la limpieza que expresaba aquel hogar. Sin duda era un sitio en donde cualquiera se sentiría cómodo. El único detalle era que no cualquiera podía habitar esa casa, solo él gozaba de tal derecho, recibía visitas, claro está, pero no es lo mismo recibir gente por unas horas a convivir todo el tiempo con alguien que podría perturbar la harmonia de aquel espacio que tanto ha cuidado. Su paz era algo sagrado e inalterable.

Una tarde, la lluvia sorprendió al hombre mientras se relajaba tomando un té mirando su televisor. Era una de esas lluvias con fuertes ventiscas, y para su mala suerte ese día había decidido lavar su ropa. Dejó su té y corrió al patio para meter sus prendas, ni siquiera se molestó en buscar su impermeable. Entró a la casa con el cesto de ropa mojada y él, ni se diga. Bueno, no hay problema, pensó, mañana por la mañana cuando esté el Sol volveré a sacar la ropa, mientras limpiaré este desastre. Después de la ardua labor, tomó un baño para continuar con su tarde relajante. Y mientras disfrutaba del agua caliente en la tina escuchó un ruido que lo desconcertó, un ruido que era imposible en aquel lugar. Era como si algo se hubiera roto. ¿Pudiera ser un ladrón? ¡¿pero cómo?! salió de la ducha y silenciosamente se asomó al pasillo, después de unos instantes vio pasar corriendo del otro lado a un pequeño animalito, era rápido pero pudo notar que fue un gato negro. Se sintió aliviado que no fuera un ladrón. Bueno, ahora hay que sacar al pequeño felino, no le costó encontrarlo, se había escabullido hasta un rincón de su habitación. Al verlo de cerca se percató que era un gato muy fino y hermoso, estaba asustado y empapado, aún así el hombre se mostró gentil con el pequeño felino, ese gesto le hizo sentir confianza y se acercó al hombre perdiendo el miedo al instante. Aquel minino era demasiado cariñoso, se restregaba contra el hombre mostrándose agradecido, de pronto perdió motivación para sacarlo de su casa ¿cómo podría dejarlo así en la lluvia? Aún así tampoco se sentía con muchas ganas de conservarlo, sería un verdadero problema para su estilo de vida. tal vez lo mejor será buscarle un dueño.

Solo pasó un día para que alguien se interesara en adoptarlo al ver su publicación en facebook. y un día también fue suficiente para que el hombre se encariñara con aquel gatito. Estaba decidido a entregarlo a una persona que le diera mucho amor, sin embargo cuando pasó a los brazos de esa persona sintió algo que le estrujó el pecho, el gato se sintió desconcertado, no quería separarse del hombre, pero ya no había nada que hacer, cuando el nuevo dueño se alejó de aquella casa perfecta y dobló la esquina perdiéndose para siempre, una lágrima se escapó del ojo del hombre. Tuvieron que pasar algunas noches para superar la tristeza. Y después siguió con su vida como siempre, aquel incidente, ahora era cosa del pasado. Aunque en el fondo de su corazón aún conservaba el deseo de no haberse separado de aquel animalito que le regaló su cariño.

Pasaron varios meses, fue otro día lluvioso, cuando por azares del destino tuvo que regresar temprano de su trabajo, y caminando al lado de un parque escuchó un sonido peculiar, era el maullido de un minino. buscó por todos lados hasta que vio sobre la rama de un árbol a la pequeña gata, sola, chillando y temblando por el frío de la lluvia, era imposible que ella haya podido subir sola hasta ahí. El hombre no lo dudó ni un instante y se dispuso a bajarla. Tuvo que treparse y ensuciar su ropa y zapatos, pero lo logró. Esta gata no parecía fina como el primero, era mestiza, y tampoco era tan cariñosa, solo chillaba y temblaba, aunque eso no impidió llevársela a su casa y secaral. Era muy pequeña, pensó que tal vez su mamá la estuviera buscando. Regresó para buscarla pero el parque estaba tan solo como lo dejó. Regresó a su casa pensando que también debía darla en adopción. Estaba decido y cuando estuvo a punto de dar click para hacer el anuncio en Facebook recordó aquella emoción desasosegante de cuando se separó del otro gato, y fue ahí que, con entusiasmo, decidió darle un hogar él mismo.

Compró varias cosas para la comodidad de la gata, desde su comida, una cama cómoda, una caja de arena y algunos juguetes. No tardó mucho en darse cuenta que aquel animalito requería de algo más que cosas materiales. Al principio no usaba su caja de arena, eso le costó limpiar repetidamente sus deshechos, algo no tan agradable. La gatita se subía a los muebles y tiraba cosas en todo momento, algunos objetos de cristal no sobrevivían, constantemente pedía comida y atención, y varias noches no lo dejaba dormir. Su casa se volvió de buenas a primeras en un caos. Aquel lugar tan pacífico y agradable era ahora un campo de batalla entre dos seres que buscaban acoplarse el uno al otro. El hombre comprendió, entonces, una valiosa lección; dejar entrar a esa gatita en su vida significaba renunciar a una parte de su comodidad para darle un espacio especial en su hogar ya que ella también tiene una naturaleza que requiere ser expresada. La gata también comprendía que el hombre requería de su propio espacio, pero no fue más que con ese choque de diferencias que lograban entenderse hasta que pudieron convivir. A fin de cuentas valía la pena tal sacrificio por un cariño mutuo que llenó de color su casa y su propia vida. Fin.

Aunque parece algo fácil, cuesta trabajo diferenciar el estar enamorado del de amar de verdad, y más cuando es uno el que está implicado. Es muy fácil enamorarse, muchas veces solo se requiere de un poco de atención, de admirar la belleza de alguien, a veces con escuchar su voz o percibir su perfume ya se entra en ese estado de embriaguez, pero amar es otro asunto, amar va más allá de hacer química, más allá de las imágenes, amar significa renunciar a una buena parte de nuestro narcisismo, por eso el que ama se vuelve humilde porque se deja de ser yo para ser un nosotros.

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